Sunday, May 8, 2011

La vida es sueño


En el drama La vida es sueño, el rey Basilio encierra a su hijo, heredero del trono, porque en sus interpretaciones astrológicas descubre que su primogénito tendrá un papel nefasto para la nación polaca, “Yo, acudiendo a mis estudios,/ en ellos y en todo miro/ que Segismundo sería/ el hombre más atrevido,/ el príncipe más cruel”(Verso 710). Consecuentemente, Segismundo será encerrado para que el reino se evite de tener como rey a un cruel tirano. La predestinación es lo que mueve está obra. Segismundo está desposeído de su libre albedrío porque las fuerzas que gobiernan su destino son más determinantes que su voluntad. Así lo cree su padre y así lo seguirá creyendo a no ser que su hijo le demuestre que el destino del hombre no está predestinado sino que es susceptible al libre albedrío. Para lograrlo, Segismundo tendrá que demostrarle que existen factores que influyen en el destino del hombre y que no necesariamente son imperturbables. 
            Hecho un prisionero, Segismundo se queja, “!Ay mísero de mi! ¡Y hay infelice!/ Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí/ contra vosotros naciendo”(Verso 100). Segismundo reclama a los cielos saber el motivo de su desgracia. El motivo de su castigo se debe a una razón y esa razón se debe saber. Su desgracia no puede ser irracional ni desconocida. La razón la sabe su padre debido a sus lectores astrológicas sobre su destino, pero en realidad es el propio padre el causante de su desgracia. En el siglo XVII ya no existe seres mitológicos ni oráculos fiables que acierten en todas sus predicciones. Ya no están en los siglos de la tragedia griega, aquella en donde sus héroes sufrían de los designios de sus terribles dioses. El drama española está más cerca al pensamiento renacentista, aquel que ubica al hombre en el centro del universo. Por eso el destino de Segismundo puede ser reversible siempre y cuando su padre así lo desee como después se ve en la obra.
           
Liberando a Segismundo, El rey Basilio le da una oportunidad para que demuestre que los hados estaban equivocados al vaticinar su destino de cruel tirano, “Porque aunque su inclinación/ le dicte sus precipicios,/ quizá no vencerán/ porque el hado más esquivo,/ la inclinación más violenta,/ el planeta más impío,/ sólo el albedrío inclinan,/ no fuerzan el albedrío”(verso 790). Sin embargo, Segismundo, liberado ya, decepciona las expectativas de su padre de verlo un rey justo. El deseo de venganza de Segismundo hace que se comporte como el tirano que los hados predestinaron, “Barbaro eres y atrevido;/ cumplió su palabra el cielo;/ y así, para él mismo apelo,/ soberbio, desvanecido./(1520). Desde la perspectiva del rey, la cruel actitud de Segismundo y su deseo de venganza contra todos aquellos que le agraviaron es muestra irrefutable de que los hados tenían razón al vaticinar el tiránico comportamiento de Segismundo. Pero, en ningún momento piensa que fue él mismo el causante de que Segismundo se volviera un bárbaro. Segismundo, aunque fue cuidado y educado por Clotaldo, nunca gozó de la libertad que todos los hombres necesitan, “Que aunque yo aquí/ tan poco del mundo sé,/ que cuna y sepulcro fue/ esta torre para mi”(195).  Es la falta de  la libertad, lo que hace de Segismundo un hombre con un destino más nefasto que el de una bestia porque aunque sea este tiene libertad.
La consecuencia de los actos barbáricos de Segismundo después de ser liberado es su retorno a la torre, cuna y prisión de su desdichada vida. Allí, Segismundo declama uno de los más famosos monólogos de la literatura universal, “¿Qué es la vida? Una ilusión,/ una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son  (2185).   La  desgracia de su vida no se debe simplemente a la imposibilidad de controlarla, ya que por lo general todos los sueños son incontrolables, la desgracia es producto de fuerzas más humanas, en el caso de Segismundo, fuerzas paternales, que extirpan la liberta del hombre. El dram de Pedro Calderón de la Barca bien pudiera haber terminado aquí, transformando así su obre en una tragedia, una tragedia ocasionada por el hombre y no por fuerzas sobrenaturales. Pero debido a que la tragedia de Segismundo se debe a causas humanas es posible que su destino cambie. En el último acto Segismundo es salvado gracias a la intervención del pueblo que supo el paradero de su verdadero rey. Segismundo otra vez liberado ya no siente deseos de venganza. Sabe que esta nueva oportunidad puede ser otro simple sueño, tal vez un sueño dentro de otro sueño. Al final, Segismundo le dice a su padre, una vez derrotado por su hijo gracias al apoyo del pueblo, “Mi padre, que está presente,/ por excusarse a la saña/ de mi condición, me hizo/  un bruto, una fiera humana;/ de suerte que, cuando yo/ por mi nobleza gallarda,/ por mi sangre generosa,/ por mi condición bizarra,/ hubiera nacido dócil/ y humilde, sólo bastara tal género e vivir, tal linaje de crianza, a hacer fieras mis costumbres. / ¡Qué buen modo de estorbarlas! (3185).  Segismundo argumenta correctamente su reclamo contra su padre. No es posible criar a un noble en condiciones deplorables, sin libertad y sin dignidad. El noble para ser noble debe vivir como uno. Lo mismo pasa con la vida de una bestia: La bestia es bestia porque fue criada como tal. La vida es sueño no es un drama moderno porque muestra que el rió de la tragedia humana, su curso puede ser cambiado. No debido a predestinaciones,  sino a la propia voluntad del hombre.

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